viernes, 27 de junio de 2014

LOS 10.000 DEL SOPLAO 2014, EL INFIERNO CÁNTABRO

Nuevamente ando algo vaguete con el blog, pero no podía dejar pasar este mes de junio sin compartir con vosotros (quienes quiera que me lean, si es que aún lo hace alguien), una de las que será, sin duda, una de las grandes citas en las que habré tomado parte en este 2014.

Los 10.000 del Soplao, marcha cicloturista de gran fondo, 227km, con más de 4.600m de desnivel positivo. Para empezar casi 30km y 1.000m de desnivel más que la archiconocida Quebrantahuesos. Casi nada. También hay una de 315km, pero ya si eso lo dejamos para otro año.

Como casi siempre decidí inscribirme bastante meses antes sin valorar realmente lo que suponía hacer un tipo de prueba como ésta, pero nadie puede sorprenderse por ello ahora, ni siquiera yo, ya sabemos lo poco que me cuesta liarme la manta a la cabeza.

Mi querido Fran, compi del club, es el principal impulsor, había participado previamente en todas las ediciones anteriores de la prueba en ruta, también hay de MTB, por lo visto durísima, así que en cuanto abrieron inscripciones allá por finales de 2013 fui de los primeros en inscribirme. Por supuesto traté de liar a su vez a algún incauto, y esta vez Óscar y Rober mordieron el anzuelo, de modo que seríamos 4 del club en la línea de salida de Cabezón de la Sal el 7 de junio, más el resto de "roselines" del club ciclista de Fran que también participarían.

Llegó el 7 de junio y por supuesto llegué corto de preparación. Pocos kilómetros en bici tras terminar el Lisboa Triathlon, sólo una salida de más de 130km y nada de montaña en esos meses previos, así que bien, estupendo, en mi línea...

Semanas antes Óscar ya había comunicado que debido a compromisos familiares inamovibles (ejem) y una igualmente escasa, por no decir nula, preparación, él se decantaría por la distancia corta, 125km en lugar de los 227km de la prueba "clásica". Pues bueno, pues bien, eres un "rajao", y lo sabes...

Quizá yo hubiera debido hacer lo mismo, pero a COJONES (así con mayúsculas) no me gana nadie, o muy pocos, y yo terminaba los 227km, sí o sí,  o como mucho salía en ambulancia.

Rober sí había entrenado adecuadamente, mucha salida "en B", sin avisar, y varias palizas de las buenas en solitario, como un Griñón-Puerto de Navacerrada y vuelta, más de 180km y montaña de la buena. Olé tus huevos, Rober.

De modo que el viernes 6 de junio, día anterior a la prueba, enfilamos todos hacia el norte, para Cabezón de la Sal, Cantabria. Nos esperaba "el Infierno Cántabro" (y bien que lo fue).

Resumo rápidamente la previa. Llegaba a media tarde, reunión con Fran y sus "roselines", recoger dorsal, dejar la cosas en el hotel (pensión la media estrella, pero es lo que había, ya te digo yo que una que yo me sé no duerme ahí ni de coña), ir a cenar el menú Soplao estándar para los participantes de la prueba en un restaurante céntrico, en el que se me va un poco la mano con el vino peleón con casera, y finalmente intentar conciliar el sueño antes de la paliza que nos espera al día siguiente. Como sé que no voy bien preparado, que voy a sufrir, no voy a hacer un buen tiempo y la jornada va a ser muy larga, realmente no estoy preocupado, estoy concienciado, sé lo que me espera, así que duermo sin mayor problema.

Sábado, 8 de la mañana. Pues ya estamos liados otra vez, oiga...

Fotitos de rigor en los momentos previos. Música de fondo animando el cotarro, suena THUNDERSTRUCK de AC/DC y el pulso que empieza a acelerarse. PIM, PAM, PUM, fuera...


 
Fran y sus roselines salen por delante y a su guerra, nosotros no podemos seguir su ritmo ni de coña, así que nos quedamos casi a la cola del pelotón y tomando muchas precauciones al principio, hay mucho ciclista por medio y hay que tratar de evitar caídas tontas. A los 10km Óscar parte un radio de su rueda trasera, estupendo. La rueda empieza a oscilar y Óscar jura en arameo mientras decide si para o tira para adelante. Decide seguir así, y que sea lo que Dios quiera.

Poco a poco vamos soltando piernas, acelerando el ritmo y pasando gente. La primera hora transcurre rápido por las localidades costeras, San Vicente de la Barquera, Comillas y sin darnos cuenta ya hemos hecho 30km en menos de una hora, así que bien.

 

La primera dificultad marcada en el libro de ruta, La Hayuela, no es más que un repecho que se supera sin complicaciones. En el alto nos espera un tipo peculiar que mientras pedalea montando en un extraño engendro, toca a la vez la guitarra y aporrea una batería mientras vocaliza gritos de ánimo. Curioso.

En la bajada vemos una ambulancia y un ciclista en el suelo que se ha debido hacer bastante pupa, aunque prefiero no mirar.

A partir de ahí la cosa se empieza a complicar, se suceden los  sube y baja constantes, mientras nos cruzamos con Fran, que en 50km ya nos ha metido 20min. Al poco llegamos al primer avituallamiento. Toca coger fuerzas porque enseguida llega la primera dificultad real, la subida a las cuevas del Soplao, casi 12km con un desnivel medio por encima del 7% y varias rampas del 12%, esto es, por ejemplo, más duro que Morcuera en Madrid, y aquí ni siquiera llega a la categoría de puerto.

Se las trae la subida al Soplao, primer tramo de asfalto rugoso y parcheado, durísimo. Nekane chirría y se mece de lado a lado. Óscar tira hacia arriba, no tiene que reservar porque él hará la mitad de kilómetros, Rober hace por seguirle, mientras que yo voy más reservón, que es esto es muy largo y si me caliento aquí acabaré pagándolo.

Miras hacia arriba y ves como la carretera serpentea sin parecer tener fin, el segundo tramo, con mejor asfalto y muchas curvas en "S" muy cerrada, se hace más llevadero, aunque la barra de energía comienza a descender peligrosamente.

Coronamos y otra vez hacia abajo, hacia Puentenansa, donde nos espera un nuevo avituallamiento y donde al poco nos despediremos de Óscar, que se desviará para completar su última subida, que nosotros haremos igualmente, pero más de 100km y unas cuantas horas más tarde.

Ciao Óscar, suerte con tu maltrecha rueda y feliz viaje de regreso a Madrid.

A Rober y a mí nos espera a continuación "el coco" de la jornada: Piedras Luengas.

37km interminables de subida, y con más de una sorpresa por medio.

Sorpresas que surgen de una mentira. Meses antes Fran me había comentado, en una de nuestras salidas, que lo duro de este puerto no era el desnivel, sino el kilometraje.

"Para que te hagas una idea es como la carretera que lleva a Bargas, en Toledo, pero mucho más largo".

Hablamos de un 2% ó 3% como mucho en la susodicha carretera para Bargas. Pues tampoco es para tanto, pienso iluso de mí.

Puerto de Piedras Luengas, 40km. Primer cartel. Bueno, aún no hemos empezado a subir, todo controlado.

Al poco la carretera empieza a empinarse...pues yo creo que esto es un poco más del 2% de Bargas, ¿eh, Fran? Rober comienza a distanciarse, me cuesta seguirle. Le cojo, me suelta, le vuelvo a coger, me vuelve a soltar. No me voy a cebar, tú a lo tuyo Fonseca.

Definitivamente esto no es como la carretera de Bargas, Fran. "BargasLuengas" es mucho, mucho, mucho, más duro. Los kilómetros pasan súper despacio, a pesar de lo increíblemente precioso que es el paisaje, con Picos de Europa al fondo, esto es el más parecido al infierno. Y encima sopla el viento en contra, macho.

El Infierno Cántabro, lo llaman.

A mitad del Infierno llega el Purgatorio. 3-4km brutales con desniveles salvajes. Joder. Joder. Joder.

Y después aún te quedan otros 10-12km para coronar. Dani, aquí "palmas", no terminas. Tengo que parar 5min a coger aire, no puedo seguir a este ritmo, el calor aprieta y las piernas me arden.

Veo a un fotógrafo de la Organización, toca poner nuevamente a mal tiempo, buena cara.


 

Un espectador al lado de su coche, un monovolumen Citroën, me ofrece agua fresca. Paro y le agradezco el trago. Me tranquiliza diciendo que los 6-7km que me restan hasta coronar "BargasLuengas" son mucho más suaves. Menos mal.

En la subida te vas cruzando con mucho participante en sentido contrario ¿habrá que coronar y dar la vuelta? ¿se habrán retirado? Me fijo en el dorsal de uno de ellos. 226, la distancia de un Ironman, qué casualidad.

Al coronar mis preguntas tienen respuesta. La gente hace cima, pasa por el control de chip y luego deshace el camino hasta Puentenansa, ahorrándose así unos cuantos kilómetros y dos subidas. Tramposos.

Bueno, que hagan lo que quieran. Yo voy a terminar el recorrido completo. A eso he venido.

Rober me está esperando, sinceramente pensaba que ya se habría marchado. Gracias Rober. Como y bebo todo lo que puedo en el avituallamiento, nos hacemos la fotito de rigor y venga, para abajo. Son 40km TODOS EN BAJADA, qué bien van a venir para recuperar.
 

La bajada es alucinante, rápida y sin apenas peligro, más allá de alguna vaca peligrosamente atravesando la calzada, desembocando en el increíble desfiladero de la Hermida, que te deja sin aliento por la espectacularidad de su recorrido. 40km en 50 minutos da una idea de las velocidades medias alcanzadas en este tramo.

Se acaba lo bueno y comienza el tramo final de este "highway to hell". Tres subidas finales a los Collados de Hoz, Ozalba y Carmona.

El primero, Collado de Hoz, es criminal, Rober me deja en las primeras rampas y ya no le veré hasta la meta. Se hace en dos tramos para un total de 10-11km muy muy duros. Unos niños en un puesto de agua improvisado se ofrecen a rellenarte los bidones. Qué majos, paro y echo un trago. Vamos, a ver cuando termina esta maldita subida. Me revienta, llego llorando, literalmente, a la cima. Me adelanta una pareja de hermanos, chico y chica, que hemos conocido en Piedras Luengas, el tío lleva la misma cara de desesperación que yo, mientras ella sonríe animosa, "Venga chicos, la hostia pues".

En la bajada primer amago de pájara, sudor frío y tembleque de la muerte, apenas puedo dar pedales.

Otra vez para arriba, adelanto a los vitorianos, el colega está tirado boca arriba en la cuneta tratando de recuperar el aliento. A mitad de este segundo collado, el de Ozalba, más corta la subida, solo 5-6km, decido parar al coche médico. Una ampolla en la planta del pie izquierdo (sorprendente), puede hacer peligrar mi aventura, a la vez que acentúa mi calvario.

La doctora, ATS o lo que sea, majísima, cura la herida y me pone una gasa protectora mientras el (capullo) del conductor del coche médico me pregunta si voy a seguir y me avisa de que me queda lo peor. Será gilipollas el tío, vaya manera de animar, no me jodas...

Por supuesto que voy a seguir, oiga, si estoy ya en el km 185, no me retiro ni de coña...

"¿Y no tienes calambres?", pregunta el tío.

Pues no, no tengo calambres.

Cabreado tiro para arriba, mientras el coche médico se aleja. Me avisan de que aún hay otro coche médico por detrás. Gracias, no va a hacer falta, al menos para mí.

Nuevamente me cruzo con el de la monovolumen Citroën, que me felicita por coronar Ozalba y me anima "venga, ya sólo te queda uno". Así, sí.

Bajada horrorosa por un asfalto de mierda, el tío del mazo que nuevamente asoma en forma de sudor frío y temblores y llegada a Puentenansa, donde espera el último avituallamiento y el comienzo del collado de Carmona, última dificultad del día.

En el avituallamiento me derrumbo, no puedo más. Los amigos de Vitoria, que me han adelantado mientras "era intervenido" por los médicos, yacen a mi lado, el chico con mucha peor cara que la chica. Menuda campeona.

Tomo aire entre 15 y 20 minutos, qué más da, las previsiones iniciales en torno a 10h se han ido al traste hace ya bastante. Con suerte llegaré antes de 12h, si es que llego...

Como no voy a llegar, joer, si me quedan "sólo" 10km de subida y luego ya 15km finales todo para abajo. Me monto en Nekane y afronto el final de mi calvario. Un tío vestido del Movistar se ofrece a hacerlo a mi lado, por hacer más amena la subida. Acepto, aunque le aviso que voy fundido.

"No importa, mis amigos van por detrás, tiramos juntos y les espero en la cima"

Pues bueno, pues vale.

Vamos charlando y comentando la dureza y belleza del recorrido. Estoy muy, muy jodido, pero la verdad es que me lo estoy pasando en grande. Aún no tengo claro, ni siquiera hoy, si esto es más duro que el Ironman, pero por ahí le anda, no creas. En las rampas finales el amigo me suelta y me dice que me espera arriba, y es que voy realmente mal.
 

Últimos 2kms de subida interminables, ya con terribles dolores en cuadriceps y, sobre todo, rodillas y tobillos, el dolor articular comienza a ser insoportable.

El amiguete de la Citroën aparece al fondo, creo que estoy llegando al alto de Carmona, no me lo puedo creer.

Efectivamente, el tío me aplaude y me dice "Enhorabuena, venga, ya no tengo porque animarte más, lo has conseguido".

El colega del Movistar me jalea y aplaude a rabiar "Vaaaaaamos, ya lo tieeeeeenes Campeónnnnn, ya estáaaaaaaa..."

Cierro el puño, le aplaudo a su vez y rompo a llorar. Ya lo tengo. Quedan 15km pero ya lo tengo.

El tío del mazo quiere aparecer por última vez, pero ahora ya me da igual, aprieto los dientes, me sujeto al manillar y enfilo a Nekane en dirección a Cabezón de la Sal, YA LO TENGO.

La entrada en el pueblo es espectacular, en un final de recorrido vallado como en las grandes pruebas ciclistas. Espectadores y voluntarios aplauden.

El speaker anuncia "Y por aquí aparece el dorsal 68, Daniel Fonseca". Ufffff, "la gallina de piel"...

Cruzo la meta en 11h58min, vaya tela,  pego un grito terrible mientras la gente sonríe a mi alrededor.

En la zona de recuperación me esperan todos, Fran, sus roselines y Rober, Óscar ya debe estar de vuelta en Madrid.

Me abrazo con todos, critico a Fran su falta de claridad sobre "Bargas Luengas", muchas risas, comida, bebida y satisfacción absoluta. Qué bien sienta la cerveza después de tanto sufrimiento.

Increíble esta marcha cicloturista de los 10.000 del Soplao, desde ya un fijo en mi calendario.

El año que viene más, y esta vez a ser posible mejor. Y si no, pues sufriremos otra vez, si en el fondo nos mola, ¿o no?