lunes, 28 de noviembre de 2016

MARATÓN DONOSTIA 2016: ZATOPEK TENÍA RAZÓN


Pongo fin a otra larguísima temporada repitiendo con la maratón de San Sebastián.

Cada vez me gusta más esta distancia, sobre la prueba y la localización poco tengo que añadir, sabiendo que es mi ciudad preferida del mundo mundial.

Sí, me flipa el triatlón, de eso tampoco cabe duda, pero yo empecé en esto corriendo, y de todas las distancias “populares” definitivamente me quedo con la maratón.

Los 5K-10K son terriblemente agónicos, la muerte para mi corazón diésel, aunque el 10K me mola bastante. Son pruebas muy cortas y pese a que quiero morir pasados los 5 minutos desde el inicio al final me acabo quedando con ganas de más…

Los 21K también he logrado disfrutarlos, y aunque correr hora y medio en puro anaeróbico puede llegar a ser muy duro…siempre acabo con la sensación de faltarme algo más de “chicha”. Será que no me aprieto lo suficiente, no digo que no.

Con la MARATÓN, no me falta nada, ni tampoco me sobra, porque la maratón tiene que ser así, larguísima y eterna, difícil de gestionar, agotadora y estresante a nivel mental, siempre en el alambre guardando el equilibrio entre ritmo y pulso durante, en mi caso, más de 3h. Todo un tobogán de sensaciones desde el “parece que voy parao, voy a apretar” al “voy como un toro, este año reviento el crono”, para desembocar en el clásico “madredediosbendito esta mierda cuándo se acaba”.

No sé si fue el amigo Juanma-Chiquichurri u otra persona el que se preguntaba si era más duro un Ironman o el maratón. Yo dije que el Ironman, pero ahora tengo mis dudas. Prueba a “cascarte” una maratón a “tu-puto-tope”, como yo este domingo, y luego me cuentas…

Hoy escribo este post cuando en realidad lo que quiero es morirme. Tengo unos dolores terribles en todo el cuerpo. Lo de las piernas era previsible, zona lumbar pues lo típico, pero no entiendo lo de los hombros o trapecios, increíble también las agujetas que tengo en los brazos, la muerte.

Y qué me dices de la sonrisa tonta que tengo dibujada en la cara, ¿eh? Esa sonrisa compensa con creces TONELADAS de agujetas y dolores articulares varios.

Estas últimas semanas he leído en varios sitios una mítica reseña de Emil Zatopek, “la locomotora humana”. El amigo Emil decía que:

“Si quieres correr rápido corre una milla, si quieres que te cambie la vida corre un maratón”.



Parece exagerado, ¿verdad?

No lo es.

El maratón pone a prueba tu resistencia física y mental como ninguna otra cosa en el mundo. Al menos ninguna otra cosa que decidas hacer de forma VOLUNTARIA, es una tortura legal por el módico precio de 50-60 euros. Te puede reventar física y mentalmente, pero como consigas superarlo...¡ay, amigo!

Pues bien, mi tortura ayer fue de lo más gratificante. No salió perfecto, pocas veces sucede, sobre todo en pruebas de esta duración, pero se le acercó bastante. Para el tiempo dedicado a preparar “específicamente” la prueba, que fue poco, y los pequeños problemillas de las últimas semanas (caída de moto a 2 semanas vista), no le puedo pedir más, no me puedo pedir más.

Como siempre el objetivo era ambicioso, bajar de 3h20, aunque poco realista, pocos kilómetros acumulados teniendo en cuenta mi historial con las lesiones, a lo que sumamos el infortunio de la caída de moto anteriormente comentada.

En fin, parece que ya me estoy excusando y nada más lejos de la realidad. Como comenté un par de días antes de la carrera con Carlos Pedrosa, mi preparador para esta maratón, estaba como estaba y llegaba a la carrera como llegaba, y daría todo lo que tuviera dentro para sacar el mejor resultado posible en esas circunstancias. En realidad es bastante estúpido, pese a que lo hacemos todos, el aventurar una marca específica en cualquier carrera. No hay 2 carreras iguales, ni siquiera en la misma prueba, está la climatología, tu estado de forma, la alimentación e hidratación previa…muchas variables que determinarán el resultado final. Tu obligación es intentar tener bajo control la mayoría de ellas, pero aun así el resultado es imprevisible. Y en una maratón, MÁS.

El caso es que yo salí a por el 3h20, tenía un plan y lo fui ejecutando sin desviarme del guión buena parte de la prueba, y cuando el guión se fue desviando de lo establecido…pues simplemente me adapté, sin volverme loco ni desanimarme.

La primera media maratón fue, yo diría, extremadamente sencilla. Seguía los consejos de Carlos, correr siempre en mi rango de pulsaciones, y además me grabé a fuego el método de Don Fink, el famoso “16-16-10”. Los 16 primeros kilómetros de RELAJACIÓN, no emocionarse ni subir el ritmo previsto aunque tus sensaciones inviten a ello.


Después vienen otros 16 kilómetros de CONCENTRACIÓN, ya no irás tan cómodo y has de intentar seguir clavando los parciales.



 Finalmente te quedarán los últimos 10 kilómetros de COMPETICIÓN, si aún tienes algo dentro es momento de sacarlo, y si no hay más te tocará luchar contra tus piernas y tu cerebro para mantener el tipo como sea.

Las dos primeras partes las ejecuté a la perfección, clavando los parciales previsto en 10K y 21K, comenzaba la 2ª vuelta y me veía mejor que bien.




El año pasado ya en el km 22 noté un bajón de ritmo, pero esta vez seguí cuasi-clavando los parciales hasta el 30, como un reloj. Un breve despiste con el 3er gel, que retrasé hasta el 26 en lugar del 24 posiblemente me hizo perder algo de fuelle en este tramo medio. El objetivo 3h20 se esfumaba y pasábamos al siguiente, 3h25.

Entre el 30 y el 35 sigo luchando por no perder mucho ritmo, trago el último gel (ni un problema de estómago, ¿habré encontrado por fin la marca adecuada de geles?)  y me dispongo a sufrir para el tramo final.

Km.32, túnel del Pico del Loro que separa la Concha y Ondarreta, entramos en la fase de COMPETICIÓN. He pasado de ir a 4:45 como un reloj a sufrir para aguantar por debajo de 5:00, hago cálculos rápidamente y en 10 kilómetros que faltan eso supone 2 minutos y medio, sigo en tiempo de sobra para 3h25.

Lo que no contaba es con pegarme “con una pared” en el 36. Todo el mundo habla del famoso MURO psicológico de la maratón, que suele situarse entre el 30 y el 35. A mí me llegó un poco después.

En el 36 inexplicamente “dejo de ir” y paso a unos peligrosos 5:20s/km. El corazón y la cabeza quieren pero las piernas dicen “de que no”. Vuelvo a achacarlo a haber retrasado el gel anterior y trago saliva para pasar el mal rato. Las piernas duelen una barbaridad de repente, el tío del mazo estaba ahí “agazapao” y me ha soltado un sartenazo del que veremos si me recupero…

La vuelta por la avenida de Zumalacárregui se me hace eterna y para colmo empiezan los amagos de calambres casi en el mismo punto del año anterior.

Mierda puta, se me acelera el corazón y aparece el sudor frío, hiperventilo un poco pero no dejo de correr, aflojo a propósito en la subida del túnel, lo salvo sin calambres y me digo que desde ahí son 4 kilómetros “cuesta abajo” (mentira cochina, obvio).

Dice Carlos que ese bajón posiblemente me vino por la falta de kilómetros, pues qué le vamos a hacer, lo importante es que seguí luchando y no me vine abajo. El empuje de la gente, con muchos compis de equipo también animándome, da alas y sacas fuerzas de donde no hay. Ya se sabe que soy un poco “lloriqui” y me cuesta horrores no emocionarme. Enfilo calle Easo y poco más de dos kilómetros para meta. Toca chocar las manos de los niños y agradecer el apoyo del público devolviéndoles los aplausos.

No paro de repetirme “Vamos Dani, vamos Dani, no pienses, corre, corre, corre y solamente corre”. Dolor de piernas rozando ya lo insoportable, las rodillas ya a duras penas sujetan “lo de arriba”.

Paso del reloj, ya lo miraré entrando al estadio.

Choco manos con Xabi, del AtSS, que me jalea al girar en dirección a Anoeta, soy un tío feliz, me estoy marcando un carrerón.

Dando la vuelta exterior al estadio por fin miro el crono, justo marca 3h25.

Vaya por Dios…

¿Decepción?

EN ABSOLUTO.

Sigo apretando todo lo que puedo, en la vuelta a la pista de atletismo aun doy cuenta de un buen puñado de marathoners, sin que me adelante nadie a su vez.

Ruth y mi suegro me esperan en línea de meta, sonrío y cierro el puño. ¡VAAAAAAAMOSSSSS!




CARRERÓN.


3:27:14, a 4:55/km, rascándole 4 minutos, esto es 5segs/km, a la marca del año pasado. No está nada mal para un trailer de 90 kilitos…




CONCLUSIÓN: Esta ha sido, posiblemente, mi mejor carrera hasta la fecha. La Behobia 2013 fue excelente, dije entonces que había hecho la “carrera perfecta”. Aun hoy sigo pensando que fue así. Aquella fue mi carrera perfecta, pero la de ayer fue MI MEJOR CARRERA:

-          Porque lo di todo, absolutamente.

-          Porque la ejecuté sin ayuda, sin liebres.

-          Porque con los problemillas previos la cosa no pintaba bien del todo, lo razonable hubiera sido incluso no correr.

Por todo ello, me vais a permitir que siga con mi sonrisilla una semanita más, incluso dos.

Cierro “el chiringuito” hasta el año que viene, por cierto. Toca descansar y coger fuerzas para un 2.017 que…tiene muy buena pinta.

lunes, 21 de noviembre de 2016

ME MOLA LA BEHOBIA


Nueva participación en la Behobia-San Sebastián, sin fallo desde 2.010, si bien es cierto que en 2.014 no pude correr por lesión, aunque sí estuve allí, me acerqué hasta la salida con mis amigos y resto de corredores y luego fui siguiendo la carrera en “el Topo” (EuskoTren, aunque ahora lo llaman simplemente Metro). Yo me quedo con “El Topo” de toda la vida, señora.


6ta vez que afrontaba los 20km entonces, y la misma ilusión del primer día. La Behobia me recuerda cada año lo que soy, un simple corredor popular, un “runer” (pronúnciese como suena), que diría Txema Azcárate. Mis aires de grandeza Ironman, si es que alguna vez los tuve, me los dejo en casa cuando corro la Behobia. Ya no me “hago caca” desde el día anterior, cuando recojo el dorsal en la Feria, he conseguido domar los nervios suficientemente como para afrontar con relativa tranquilidad los momentos previos, aunque algo dentro de mí se activa mientras esperamos al “Topo” en el andén de la estación de Anoeta.




A partir de ahí ya mi pulso se acelera irremediablemente, una vez dentro del vagón ya empieza la Behobia. Atestado de corredores, todos vistiendo la típica mezcla de colores chillones difícilmente combinables, el olor a Reflex, Radiosalil, linimento o lo que sea, algún sobaco “recalentao” ya de buena mañana…en fin, la Behobia…

Como cada año, nuevos amigos se estrenan en la prueba, y mi máxima obsesión es que la disfruten tanto como yo. Ya lo dije en mi crónica de la edición 2.013, cuando bajé de 1h30. Desde el punto de vista deportivo poco me queda ya por alcanzar en esta prueba. Sé que estoy cerca ya de límite, a lo mejor en algún año tonto me da por bajar de 1h25, a 1h20 no voy a llegar ni de coña, así que lo que quiero es disfrutar de la carrera. Y mi forma de disfrutarla es “invitar” a otros a que la corran, soy el tío más coñazo del mundo con la puñetera Behobia, lo sé, y me da igual. Yo lo que quiero es convencer a alguien y que una vez acabada la prueba me diga:

“La carrera es LA LECHE, Dani. Tenías razón”.

Y ya, con eso soy el tío más feliz del mundo.

Este año Pablo cayó en la trampa, así como David de Miguel, del Enphorma. También acudían otros amiguetes, como Javi Aparicio o Jesús Berruguete, aunque yo no había “gestionado su participación”. Pues bien, mi máxima obsesión es que la disfruten, que me digan que les ha encantado, si han hecho o no la marca que esperaban es algo accesorio. La Behobia no es una carrera para grandes registros, la Behobia hay que DISFRUTARLA.

No voy a hacer la enésima crónica de la carrera, estará el lector cansado ya de los padecimientos en Gaintxurizketa, las bajadas sin control hacia Rentería, el maldito Mirakruz y la increíble recta del Kursaal. Con escasas variaciones es siempre lo mismo.

Me centraré en el anecdotario.

Esta vez llovió, pero llovió poquito, y sólo el viento hizo un poco molesta la segunda mitad de la carrera.

Pablo decidió que retrasaba su salida y hacíamos, Dios mediante, la carrera juntos, salvo imprevistos de fuerza mayor. Y así lo hicimos, juntitos uno al lado del otro los 20 kilómetros. Lo mejor era escuchar los comentarios de Pablo, “Tío, está lloviendo y la gente del público sin paragüas…”.

Esto no es lluvia para los estándares locales, Pablo.

El público como siempre atento al dorsal para llamarte por tu nombre:

“Aúpa Pablo, txapeldun, aúpa Dani”

“Venga, venga, con tranquilidad, al txipi-txapa”. Ahí Pablo no pudo aguantar la carcajada, acababa de escuchar la versión vasca del clásico “al pim-pam” madrileño.

“Jajajaja, al txipi-txapa, al txipi-txapa, vamos Dani al txipi-txapa”.

Y así, al txipi-txapa ya estábamos encarando la recta del Kursaal cuando una venerable señora cruzó la calle y arrolló al bueno de Pablo, arrancándole el dorsal (hecho éste que descubriríamos una vez traspasada la línea de meta). Atrás quedaban 19 kilómetros de un quiero-y-no-puedo por ambas partes. Hubiéramos querido bajar de 1h30, incluso con margen, pero ya en el kilómetro 7 la liebre con el cartelito de dicha marca nos adelantaba y no pudimos seguirle, unas veces daba Pablo señales de debilidad, otras veces era yo, y el uno por el otro la casa sin barrer…aunque anduvimos cerca de lograrlo.

Un último arreón que cortó la venerable señora nos dejó a las puertas del 1h30, pero con nuestro 1:31:06 final quedamos igualmente satisfechos.


¿Qué tal Pablo, te ha gustado la Behobia?

Guapísima.

Pues ya está, no quería escuchar otra cosa.

David de Miguel, que hizo toda la carrera con mis queridos Iker y Luismi, habiéndose conocido 10 minutos de la salida, opinó lo mismo.

Y Javi, y Jesús, y seguro que muchos, muchos otros debutantes. Y es que la Behobia es la leche, harto estoy ya de decirlo.

Clásica comilona para “desentrenar lo entrenado” y comentar una y mil anécdotas de la carrera. Y la promesa de acudir en 2.017.

No sé cómo lo hago, pero siempre me digo que ésta va a ser mi última edición de la Behobia, Iker dice lo mismo, y al final en abril del año que viene acabaremos inscritos, ya te lo digo yo.


Me mola la Behobia, señora. Me mola mucho.

martes, 1 de noviembre de 2016

TRI-CERRAMOS: Dx2 OLÍMPICO SIN DRAFTING MAZAGÓN-PALOS

Para completar el repóker de distancias esta temporada me faltaba hacer un triatlón olímpico, así que nos fuimos Txemita y yo a su Huelva del alma para competir en el Dx2 Mazagón-Palos, último triatlón que se disputa en la Península Ibérica, en la modalidad de Olímpico SIN DRAFTING, otro aliciente dado que podía estrenar mi SpeciaLime en competición.



De este modo este año he competido en Sprint (Zumaia), Olímpico (Mazagón), Doble Olímpico (Zarautz), Half (Elche-Arenales) e Ironman (Lanzarote + fiasco en Vitoria). A esta lista hay que sumar el Campeonato de España de Duatlón LD de Orihuela.

Dejo para el clásico "post-resumen-del-año" las conclusiones, pero ya anticipo al lector que, sin duda, esta ha sido mi MEJOR TEMPORADA. Pase lo que pase en la maratón de Donosti he de estar muy contento con el trabajo realizado durante el año y su reflejo en competición.

Vamos con Mazagón, venga.

Ya conté en la crónica de Zumaia que estos triatlones post-veraniegos me pillaban ya "fuera de juego", sin apenas nadar, cogiendo la bici lo justo y muy centrado en la carrera a pie preparando la maratón. Pero bueno, me apetecía "sacar de paseo" mi nueva y flamante Specialized Shiv y un triatlón en distancia olímpica SIN DRAFTING era justo lo que necesitaba, suficientemente exigente como para justificar un viaje de 700kms pero sin significar la "paliza" de un medio Ironman.

La estrategia era sencilla, salir a muerte nadando, pese a los escasísimos metros acumulados en los últimos meses, intentar no perder de vista a Txema cuando me adelantara en la bici y "reventar" finalmente corriendo. Como casi siempre, la estrategia se fue a tomar por saco a las primeras de cambio...

AGUA


Bocinazo que me pilla bien colocado en 2a fila y ya estamos corriendo por la playa. Salgo como he dicho, a morir, hasta la 1a boya estoy en el grupito de cabeza, y así sigo en el 2do giro, cuando enfilamos ya hacia la playa para la 2da vuelta. Los brazos me pican tela marinera, si sigo así posiblemente lo voy a pagar, pero me da igual, venga Dani a muerte. Cuando faltan unos 200 metros para finalizar esta 1a vuelta sobreviene el desastre, le doy un manotazo a la sujeción de una boya que NO DEBERÍA ESTAR ALLÍ y me hago una buena brecha en el índice de la mano izquierda. Al principio no siento nada y sigo, pero pronto me empieza a molestar y al incorporarme veo que estoy sangrando bastante.

Al volver a tirar al agua ya veo que esta 2da vuelta va a ser un suplicio, llevo la mano como adormecida, no siento el agua y noto como la piel me tira en cada brazada, además del escozor. Me pasan competidores por todos lados, me empiezo a desviar ya que voy nadando prácticamente sólo con mi brazo derecho, me entra el agobio y mi respiración se acelera...venga Dani, sal del puñetero agua como sea...


30 minutos de mierda para este sector, menudo desastre.

Sangrando como un cerdo enfilo la larguísima transición y mi peor temor se confirma, la bici de Txema ya no está...

En fin, es lo que hay, un juez me pregunta si estoy bien, mientras pongo todo perdido de sangre, la bici, el casco, las zapatillas, el traje, mis piernas...¿usted que cree, jefe?


BICI

Voy enrabietado, pero en los primeros metros me concentro en bajar las pulsaciones. Cuando lo logro además descubro que la sangre alrededor del "muñón" del dedo comienza a coagularse, SOBREVIVIRÉ, pienso, así que venga, a dar pedales a saco, Dani.

Me esperaba un recorrido llano, según anticipó (erróneamente) Txemita, pero que va, es "repechero" y con viento lateral bastante molesto.

Es igual para todos, Dani. Vamos, sigue.

Saliendo tan atrás del agua me encuentro con mucho tráfico en forma de competidores, pero voy ganando posiciones rápidamente y eso me anima. Las piernas me pican tela, no llevo vatios, se me acabó la pila del potenciómetro hace poco y por "huevón" no la he cambiado, pero vamos, ya te digo yo que estoy moviendo un buen desarrollo, y el corazón lo llevo en la garganta, algo que en bici rara vez me sucede.


Me cruzo con Txema, va de los 20 primeros, el maricón.

Sigo a lo mío, en el giro de 180 grados me digo que ahora pica eminentemente para abajo hasta la T2, dale Dani, dale.

Termino con unos muy respetables 33kmh de media en los (algo menos de) 40 kilómetros del recorrido, llano por los cojones Txema querido. Me lo he pasado bien en bici, y mi nueva cabra vueeeeeeela, estoy muy contento, con la bici y con mis piernas, pese al escaso entreno.

Aparco la SpeciaLime, que ahora es color lima y rojo sangre, y pierdo 30 segundos en ponerme calcetines, hace calor, 25 grados, son 12 kilómetros a pie... paso de ampollas.

Me pregunto el porqué de los 12 kilómetros en lugar de los reglamentarios 10, pero pronto lo descubriré...

CARRERA A PIE

Salgo algo tieso, pero siento que mis piernas son mías, algo que no siempre sucede en triatlón, así que las sensaciones son suficientemente buenas.

Normalmente suelo salir demasiado rápido y lo acabo pagando, de modo que esta vez me digo que mejor vamos de menos a más. Me pongo en "ritmo maratón", 150-155ppm, unos 4:50min/km, me noto cómodo así y estoy pasando a bastante gente, pues hala venga, así seguimos esta 1a vuelta (de dos). Pasado el km 3 aparece un cuestón infernal de unos 300-400 metros y desnivel 10-15%...vayapordios, así que este es el componente "extra", no podían haber puesto el giro antes de la cuestecita...¿eh?

La cuesta me deja frito y dispara las pulsaciones, el kilómetro 4 se me va a 5:00min/km y tardo el recuperar el ritmo y la calma.

El calor aprieta, afortunadamente las botellas de agua del avituallamiento están muy frías y voy "duchándome" en cada paso por la zona.

Ataco la segunda vuelta con la día de ir subiendo el ritmo paulatinamente, la gente ya va cadáver y yo me encuentro cada vez mejor.



Nuevo paso por la cuesta y tengo la tentación de echar a andar, pero me digo que no, que ni de coña.

4 kilómetros finales (son casi 12) y empiezo a ir frito, hasta que me pasa "RAFA O.", y me dice "venga, venga, grandullón, que no decaiga, venga, vamos, hasta el final".

Me pego a su culo y vamos recogiendo más cadáveres hasta la meta, cada vez un poquito más rápido,  4:40, 4:30, 4:20, 4:10...

En recta de meta le dejo su espacio, no le ataco, por supuesto, me ha salvado la vida en los kilómetros finales. Entro en meta en 2h40:33.

Nos saludamos, ambos con una sonrisa enorme en la cara, gracias Rafa, majete.

"Buah chaval" qué bien me lo he pasado, lo del dedito se queda en mera anécdota, lástima de natación, pero buena bici y mejor carrera. En la clasificación final, pese al desastre en el agua, he quedado en la primera mitad, también en los parciales de bici y carrera, algo que hasta la fecha me costaba conseguir. Estoy muy contento.


Ahora vamos a buscar a Txemita, lo mismo ha pillado podio (Sip!), y vamos a darnos un buen homenaje antes de enfilar para Madrid.

No podía mejor broche a una GRANDÍSIMA temporada de triatlón. Me ha gustado mucho esta distancia, manda narices que este triatlón de Huelva haya sido únicamente mi segundo olímpico, desde el Villa de Madrid en la Casa de Campo en 2013. Habrá que repetir, ya he comentado que es lo suficientemente exigente como para darte un buen calentón, ya que la distancia sprint te deja normalmente "con las ganas", pero sin acabar hecho polvo para una semana, que es lo que normalmente sucede tras un half, del Ironman ya ni hablamos, ése te deja frito un mes.

Este año SÍ he disfrutado del triatlón, con sus altibajos, sí, pero ha sido un gran año. Lo mejor es que el año que viene pinta superior, y eso me pone, señora.